Relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Colombia
El origen de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Colombia se remonta a 1835, año en el cual el Cardenal Tommaso Bernetti, Secretario de Estado del Papa Gregorio XVI, específicamente el día 26 de noviembre, dirigió una nota al Encargado de Negocios de la Nueva Granada, Ignacio Sánchez de Tejada, en la cual declaró que S.S. Gregorio XVI tenía conocimiento de la estabilidad del gobierno de la nueva República y que había resuelto establecer relaciones diplomáticas con el nuevo Estado.
El 9 de septiembre de 1836 fue nombrado Internuncio Apostólico de la Nueva Granada y América del Sur, excepto Brasil, Monseñor Gaetano Baluffi, quien llegó a Bogotá el 18 de marzo de 1837 y presentó sus credenciales al General Francisco de Paula Santander. Monseñor Baluffi dejó Bogotá el 30 de junio de 1842 y por varios años la Representación Pontificia fue confiada a distintos Encargados de Negocios a.i.
El 26 de mayo de 1851 el Papa Pío IX nombró a Monseñor Lorenzo Barili, como Internuncio en Nueva Granada, oficio que desempeñó hasta el año 1856. El 17 de junio de 1856 el Papa Pío IX nombró a Monseñor Mieczyslaw Halka Ledochowski como Delegado Apostólico, es decir, Representante sin carácter diplomático, en la Nueva Granada, Ecuador, Bolivia, Perú y Venezuela. Monseñor Ledochowski llegó a Bogotá en enero de 1857. Desafortunadamente tuvo que dejar el país el 25 de julio de 1861.
Las relaciones diplomáticas se reanudaron en 1881 y desde entonces han continuado sin interrupción a través de las misiones desempeñadas por los Representantes Pontificios. El 20 de julio de 1917 la Representación Pontificia en Colombia fue elevada de Internunciatura a Nunciatura Apostólica.